Sacramentos

Como el amor es algo que no es fácil de demostrar, ya que es invisible e interior, como invisible es Dios, se necesita descubrirlo por medio de signos, que son realidades que el hombre puede entender y ver. Por ejemplo, no basta con sentir o pensar que se ama a alguien, hay que demostrarlo con palabras y gestos para que el otro se sienta amado.

En el sentido etimológico, la palabra latina «sacramentum» es un sustantivo que se deriva del adjetivo «sacer» – «sacra» – «sacrum» que significa algo que santifica («res sacrans») y equivale en griego a la voz «misterio» (cosa oculta, sacra, o secreta). En ellos se realiza la acción oculta de Dios que se revela en cada acto donde existe un compromiso del hombre frente a Dios. En un principio, el Plan de Dios para los hombres era algo oculto, es en Cristo donde se logra su total manifestación. La obra de Cristo es sacramental porque el misterio de salvación se hace presente bajo la acción del Espíritu Santo.

Por ello, Jesucristo instituye los sacramentos que «son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina» (Cat. n.1131). Ellos son un puente entre Dios y el hombre, donde se obtiene plena comunicación. Son signos sensibles de una realidad sagrada, espiritual, invisible (no se puede palpar la gracia) y trascendente. Mediante ellos, los fieles se unen a Dios y participan (de manera misteriosa y real) de la vida divina. Poseen una «eficacia» sobrenatural que hace posible que la gracia se produzca, no son algo que significa la gracia, sino que la producen.

Al haber sido confiados los sacramentos a la Iglesia, ellos son de la Iglesia (Cat. n 1118). La Iglesia (sacramento universal de salvación) es el signo visible de la presencia de Cristo presente entre los hombres. Cristo le da a su Iglesia los sacramentos – «maravillas de Dios» – y estos hacen que Ella cumpla con la misión de santificar, distribuyéndolos a los fieles, como camino hacia la santificación.

Los sacramentos son medios para recibir la gracia, y obtener la salvación, por lo tanto, todos los hombres tienen necesidad de recibir la mayoría de ellos.

Los siete sacramentos aparecen en siete momentos que representan la totalidad de la vida humana. Cada uno de estos momentos en los cuales Jesús se hace presente, son vividos por nosotros como una verdadera fiesta; siendo los momentos cruciales de nuestra vida, Él se hace presente. Pero no hay fiesta, cuando uno está solo. En una fiesta no hay lugar para «el cada uno para sí». Tampoco en los sacramentos. Éstos son signos de vida, de amor, de unidad. Son signos comunitarios; en ellos se expresa toda la comunidad de creyentes como en una realidad: un pueblo salvado que se une con alegría a su Señor en la fe, la esperanza y el amor.

En nuestra Comunidad parroquial celebramos y vivimos los sacramentos como parte esencial de nuestra vida. Puedes celebrarlos y recibirlos tu también.